martes, 18 de agosto de 2015

Restaurante La Marea - El Obispo, La Libertad

Ah, no les he contado: para la semana de vacas no tuvimos mayor chance de salir  de la capital que irnos al mar que irnos a no sé donde... por lo que el jueves nos dimos una escapadita para aunque sea comer oliendo la arena. Eran cerca de las 3 de la tarde cuando estábamos llegando a La Libertad, y ya te podrás imaginar ese tráfico en esos días, por lo que le dije a Gabriel que no nos diéramos paja, que El Zonte y El Tunco quedaban fuera del juego.

Por ello, es que decidimos quedarnos cerca de esa zona, para no bajar más, pues pudimos ver esa trabazón para subir de regre a la ciudad. Justo después de El Faro queda El Obispo, poca gente de mis conocidos se lo puede o frecuenta, pero yo sí había ido varias veces con mi familia en aquellas épocas de papi aquí y papi allá, así que le dije a Gabriel que fuéramos ahí a comer algo frente al mar.

Para nuestra sorpresa estaba como que era un día normal, como que no era vacación y como que no era el mar. Cuando llegás ahí siempre se te acerca un par de bichos a decirte que te cuidan el carro y a invitarte a entrar al negocio del que son parte. Bueno, decidimos probar este local al que nunca habíamos ido, cuyo nombre es La Marea. Nos llamó la atención porque se miraba incluso de dos plantas y tenía música.

Entramos y decidí ir a husmear a la segunda planta, si no nos quedamos ahí era porque de las tres mesas que estaban a la orilla con vista al mar sólo la de en medio estaba vacía y al haber varias personas en cada una, pues quedaríamos algo apretados. Nos decidimos por una mesa de orilla de la primera planta. Nos llevaron el menú, este es muy variado: tenía platos caros así como económicos (te dan la opción de hacerte el combito). También pudimos ver que hay baldes de cerveza, por lo que pedimos el de cheros (Pilsener $6.00). Pudimos ver también que hay baldes de Corona y Heineken para los que se la pican ($13.50). Y luego nos fuimos por la comida: compartimos un "Plato variado especial" ($8.95) y un coctel de conchas ($7.95).

En lo que esperamos que nos llevaran la comida, estuvimos observando el place. Tienen haraganas disponibles por si te querés ir a broncear a la playa o a echarte tu cervecita frente al mar. El local en sí era agradable y abierto. El servicio fue excelente, el mesero muy amable y eficiente y hasta nos ayudó con el hielo y el limón extra sin peros.

Luego nos hicieron llegar dos mariscadas pequeñas, que eran gratis por la compra del balde. Después nos llevaron la comida, platos muy grandes. Sin embargo, para comenzar ese plato variado nos lo dieron con Doritos® encima, lo cual no sólo no se miraba bien, sino que no combinaban los sabores, debían ser nachos simples. Las conchas por otro lado estaban muy frescas y, como era de esperarse, ricas. A la comida le doy un 7, pero los platos sí son llenadores, no nos pudimos terminar la comida entre los dos.

Finalmente, al terminar de comer pedimos la cuenta y me dispuse a ir al baño de damas. Iba un poco temerosa, ya que de por sí en los lugares en la playa los baños difícilmente se mantienen limpios (agua, arena y sal). Y para no sorprenderme, el baño no tenía ni luz y a pesar de que era de día, no pude ver mucho, pues era muy cerrado y pequeño. Por lo menos sí había papel higiénico, eso sí. La limpieza del mismo, pues era casi aceptable para ser el mar, pero el lugar no estaba ni lleno, en toda la primera planta éramos los únicos. (3 mesas ocupadas en todo el negocio). Salí de esa cueva y nos fuimos.

Recomendaciones de Ariana:

Es un lugar que queda en la entrada de La Libertad, por lo que es muy accesible y cercano. En cuanto a precios hay variedad de platos y porciones, por lo cual puede ser económico también. Te hacen baldes de cerveza, quedándote cada una a dólar. La comida, lastimosamente no es la mejor, pero no es un lugar al que no regresaría: el servicio fue excelente y rápido y tenés la oportunidad de comer con vista al mar.

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