Lastimosamente, a la hora de llegar a Olas Permanentes, no cabía ni un alma, ya no digamos nuestro pobre carro. Así que ya íbamos para afuera, pero como en la misma calle se encuentra Casa Frida, decidimos darle una oportunidad a este lugar, considerando que ya estábamos ahí y que este sí tenía espacio en un parqueo anexo.

Habíamos ordenado unas cuantas Pílsener ($1.50 c/u) y unas papitas fritas como snacks o entradas ($3.00). Las cervezas llegaban ipso facto, pero esas papitas tardaron su media hora de barato. Como el carro quedó parqueado en el lote anexo, Gabriel tuvo que ir a mover el carro, pues estaba bloqueando a alguien por indicación del señor encargado del parqueo.

Al regresar con Gabriel, nos movimos a una de las mesas que tenían buena ubicación, que ya la habían desocupado para entonces y fue ahí que nos decidimos por un coctel de camarón en salsa rosada y aguacate ($9.50) y pregunté si vendían cajetilla de cigarros, a lo que recibí una respuesta negativa, sin embargo un mesero me dijo que podía ir a comprarme una por el razonable precio de $5.00 (porque allá "eso valían"), así que nos hicimos el favor de no fumar por el resto de la estadía.

Lo qué si es muy atractivo, es el menú, a mi forma de ver, pues es muy completo: cuenta con desayunos, aperitivos, cocteles/ceviches, platos fuertes e incluso postres. Los precios, tomando en cuenta la zona turística y el concepto del lugar, son razonables y hasta donde conocimos, no tuvimos queja con la comida.

Primero que nada, considero importante la hora de la llegada al local, ya que para que tu carro quede adentro y bien ubicado sin futuras molestias, debés llegar temprano, en el transcurso de la mañana al medio día. Segundo, tené presente que no venden cigarros y no vimos ninguna tienda cercana. Finalmente, sólo puedo sugerirte que llevés tu completa disposición a pasarla tri relax en un ambiente familiar y cálido, frente a una bella vista.
Muy buen lugar para descansar y relajarse después del estrés de una semana agitada.
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