
Al llegar, un señor de los que cuida carros por ahí nos dijo de parquearnos frente a una tienda de traje de baños, de hecho en el parqueo de esa tienda o centro comercial. Bueno, por lo menos el carro no quedó en la calle ni lejos. La onda es que nos bajamos y nos dimos cuenta de que no sólo era un camioncito, sino tres. El primero que vimos fue el Che Mafalda, que por lo lleno que estaba nos imaginamos que ha de ser muy rico, sin embargo no había ni donde sentarse y no andábamos con tiempo, por lo que nos fuimos al que le seguía, que sólo tenía a dos personas ahí.
Y este que le seguía era el "Munchies Machine", que quedaba pegadito a otro carrito cuyo nombre es "Hungry-mergency 911". Vimos en el menú (pintado en la carrocería) que cuentan con Hot Dogs ($1.25-$2.25), Choripán Argentino ($3.00), Hamburguesas ($3.50-$5.00) y Sandwiches ($1.50-$3.50). Gabriel no estaba muy convencido, pero a falta de opciones y de tiempo, ordenó una hamburguesa: La Sifrina ($4.50) que llevaba cebolla caramelizada. En lo que esperábamos que nos entregaran la hamburguesa, nos pusimos a ver qué vendían en el Hungry-mergency 911.

Finalmente nos entregaron la hamburguesa y Gabriel ordenó una lata de Coca-Cola ($0.75). La hamburguesa se miraba grande y, para el hambre de aquél que te cuento, estaba como anillo al dedo. Al no ver a Gabriel satisfecho con el sabor de la hamburguesa, me vi obligada a probarla para poder comentar acerca de esta. Honestamente, la hamburguesa no tenía ninguna gracia, el sabor de la carne me hizo recordar las hamburguesas al carbón del Biggest del '97. Una torta de carne con un sabor bien casero, nada especial honestamente, pues la cebolla ni estaba caramelizada, por lo que su precio es muy elevado.
En lo que estuvimos sentados ahí (comiendo incómodamente, pues no hay ni mesas), escuchamos a la que asumimos es la dueña (también la que cobra y la que pasa la orden) y no paraba de hablar de que ella era venezolana y que en este país no le daban trabajo a los venezolanos y que ella le daría prioridad a un venezolano que un salvadoreño para trabajar con ella. La verdad su tono no nos gustó mucho, pues se estuvo quejando del país y eso sí me molesta mucho en lo personal. Bueno, dejando eso de un lado, Gabriel terminó de comerse la hamburguesa y decidimos irnos. Al pasar frente a la señora y decirle buenas noches, sacó su cara por la ventana del camión y con humo saliendo de su boca nos dijo: "bueno, ¿qué le pareció?" y yo mejor me quedé callada, sólo volví a ver a Gabriel, quien le dijo: "Llena!" y luego ella le preguntó, un tanto indignada: "¿Llena?" y Gabriel volvió a asentir: "Sí, llena!", nos alejamos y nos morimos de la risa en el carro. La verdad era difícil decir que estaba rica aunque sea por educación, cuando no era así ni remotamente.

Si lo que te urge es comer sin andar de gustoso, te lo recomiendo, al menos esa hamburguesa estaba llenadora. Pero la verdad, su sabor deja mucho que desear, ya disfrutó más Gabriel el corn dog del otro camioncito. En cuanto al lugar, si no te importa comer parado o en el aire, no tendrás problema alguno, pues no cuentan ni con una sola mesa. Asimismo, al quedar al aire libre, asegúrate de que no haya señales de lluvia, pues no tienen ni toldo ni nada. Yo, personalmente, no le doy el okay, iré próximamente a probar el Che Mafalda que se miraba más prometedor.
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