Llegamos y el ambiente estaba muy bonito, muy familiar; no teníamos decidido en qué restaurante íbamos a comer. En la plaza principal es donde estaba la mayor parte de las personas, había incluso una señora tocando violín, lo que hizo que nos mantuviéramos en esa área, por lo que fui al San Martín a que me anotaran en la lista de espera, y mi padre decidió anotarnos al mismo tiempo en Le Croissant.
Afortunadamente, a pesar de que este también estaba topado, no fue mucho lo que tuvimos que esperar afuera y rápidamente nos acomodaron adentro del restaurante, casi al fondo (cerca del área de repostería). Nuestro mesero fue un señor súper atento y sonriente, lo que invitaba aún más a pasar adelante. Nos llevó nuestro menú y nos ofreció inmediatamente café (mil puntos).
El menú en sí es bueno, tenés variedad de platos -pero no demasiada que nunca te lográs decidir- y los precios los considero razonables ("cocina francesa", ya tú sá). Bueno, mi papá como anda de light, se pidió una orden de frutas, mi abuela un desayuno típico y yo unos pancakes de banana y chocolate (todos los desayunos andaban entre $5 y $8 aprox.)
No todos los desayunos incluían el café, sólo algunos de ellos, los que no, tocó pagar el café aparte y ningún café tenía refill. Seguidamente nos llevaron una cesta con pan bagette, el atento mesero al ponerla en la mesa, sin querer botó dos pedazos de pan (uno casi cae al suelo) pero inmediatamente los recogió con la mano y... entre sonrisas los puso de regre en la cesta, con mi papá sólo nos volvimos a ver y nos matamos de la risa, pues ambos pensamos que los iba a cambiar por otros (o por lo menos llevárselos y hacer la paja).
Bueno, lo dejamos pasar, pues no le dimos importancia ya que la mesa estaba limpia y el mesero se había ganado nuestra simpatía (ven lo importante que es esto?!). Nos llevó luego lo que habíamos ordenado: la presentación de los tres platos fue muy buena y ví tanto a mi papá como a mi abuela devorar los suyos. Te cuento que mis pancakes estaban deliciosísimos, me encantaron tanto que casi no le quería dar de probar a mi papá, sólo porque era el día del padre, ni modo...
Luego me terminé mi taza de café y necesitaba otra, pues son muy pequeñas y yo muy cafetera. A la hora de pedir esta segunda me costó ubicar a mi mesero (recordá que esto estaba lleno) y se la pedí a otro mesero, quien nunca me llevó mi café y creo que ni lo anotó. Más tarde logré llamar a mi mesero y aproveché a pedirle la cuenta para poder pagar e irnos.
Recomendaciones de Ariana:
El lugar es muy bonito, acogedor y elegante. A diferencia de otros locales del centro comercial, éste cuenta con un sanitario unisex (no fui, pero lo vi). La cocina, al menos por los desayunos que son los que probamos, deliciosa, te TRI recomiendo esos pancakes con banana y chocolate, que hasta te los sirven con chantilli por si querés ponerles un poco. Y, por supuesto, los croissants de ahí son exquisitos.
Finalmente, mi review es totalmente positivo, al menos en base a esta visita que hice al lugar, no tuve queja o molestia alguna. Bon appétit!
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